Acudimos al Teatro de las Esquinas zaragozano alrededor de cuatrocientas almas para vivir un auténtico y electrizante viaje en el tiempo, expectantes debido a la poca información generalizada que se tenía de esta banda, que desde 2007 lleva rindiendo homenaje a los eternos Deep Purple, pero con la garantía de que si Ian Paice estaba con ellos, de algo digno se debía de tratar.
Purpendicular es formada en el Reino Unido en 2007 por el cantante irlandés Robby Thomas Walsh, y en estos doce años de carrera ha sufrido diversas formaciones, siendo Robby el único que ha permanecido al timón. La banda grabó un disco propio en 2015 “tHis is the tHing #1” del que en el concierto nos dejaron una muestra. Ian Paice grabó el material con ellos y trabaja de forma activa en la banda desde 2012. En las propias palabras del batería, “Esta banda es una de las mejores con las que he trabajado. Estos chicos son tan buenos que solo me tengo que preocupar de mí mismo”.
Purpendicular realizaron una mini gira por nuestro país en la que ofrecieron cuatro conciertos en Barcelona, Burgos, Zaragoza y Pamplona, dentro de una amplia gira europea y son reconocidos como el único show profesional tributo a Deep Purple en vivo en el mundo. Así que con este currículum que les acredita cruzamos las puertas del Teatro de las Esquinas, como si de un Delorean con condensador de Fluzo se tratase, para recorrer lo creado por las ocho “Marks” de Purple, yendo al pasado, al presente y al futuro de la mano de una espectacular banda homenaje que demostró sobre las tablas que poseen sobrada calidad.
21:00h, bajan las luces de la sala y una épica introducción nos invita a dirigir la mirada sobre un escenario minimalista, digno de un concierto de los años setenta, desnudo entarimado para la sempiterna Pearl de Paice, amplificadores de bajo y guitarra, un doble teclado a la izquierda, las cajas y fundas de los instrumentos de cuerda ahí apoyadas en unas desabrigas vallas que cerraban el escenario, dejando claro que aquí lo que iba a predominar era la música sin más artificio. El show comenzó con el año 1972 cuando comenzaron los acordes de “Highway Star” del álbum Machine Head, con un sonido no demasiado bueno pero que se solucionó al poco, “One night in Vegas” del último disco de Purple, Infinite de 2017, hizo de agujero de gusano y nos devolvió al presente demostrando, de paso, la excelencia de estos músicos, de gran nivel, que teníamos delante. “Fireball” del disco homónimo de 1971, “Somebody done It”, tema de Purpendicular de su (tHis is the tHing #1) de 2015, que fue el single de ese disco de temas propios, y “The Battle Rages On” de 1993, demostraron el virtuosismo de Frank Panê a la guitarra, temas elegidos, creo, como para decir, eh, aquí estoy no vayáis a echar de menos al bueno de Blackmore. Al respetable se le veía muy parado asistiendo a una serie de temas poco conocidos en los que sobre todo Panê se lució de lo lindo. Con “Mistreated” del disco Burn de 1974 la cosa empezó a caldearse entre el público, la excelente voz de Robby Thomas Walsh, plena de matices, nos hacía volar a esos mágicos momentos de antaño, y más cuando a mitad del tema introdujo un cameo del “Ain’t no love in the Heart of the City” tema R&B del músico afroamericano Bobby “Blue” Bland de 1974 y que Whitesnake glorificó para el gran público en 1980. Con esta carga emocional regresamos a 1968 para asistir a una excelente “Hush” del primer álbum de Purple, el Shades of Deep Purple, con “Child in Time” y “Black Night ”del In Rock de 1970, la gente abrió los corazones entregando su calor a la banda, “Black Night” fue ampliada introduciendo durante el tema y perfectamente entramados el “Sweet Home Chicago” que grabase el gran Robert Johnson en 1937, y que décadas más tarde popularizasen The Blues Brothers Band, y el “Roadhouse Blues” de The Doors.
La noche estaba transcurriendo suavemente a ritmo de Hard Rock, Rithim and Blues y mucho estilo por parte de unos músicos que sabían muy bien lo que se traían entre manos. Ian Paice estaba tocando como si tuviese 20 años, en vez de los 70 que contempla el veterano batería. La verdad es que estar presenciando a un músico al que admiras, y, con el que has crecido y has seguido toda tu vida, es un lujo y un honor. Quien me conoce sabe que no soy alguien que ponga a los músicos en un altar, pero también se reconocer el mérito de toda una existencia, de toda una carrera haciendo música, llevando alegría y alimento para el alma a las personas de todo el planeta. La trayectoria vital de un caballero del rock como Mr. Paice, él que siempre ha estado en un plano secundario en Purple, haciendo esa labor “sorda” pero indispensable en la sección rítmica de una hiper banda como esta, en la que a la que figuras como Blackmore, Gillan, Lord, Coverdale o Hughes le han hecho sombra siempre.
Acabó “Black Night” entre vítores y aplausos y la banda siguió adelante relajando el ambiente con un remix de dos baladas, que también fusionaron de forma magistral, “Sometimes I feel like screaming” del álbum Purpendicular de 1996 y el “When a blind man cries” del Machine Head de 1972, veinticuatro años de un tema a otro, casi nada, y que fundidos en uno solo bajo el nombre de “Sometimes or Blind man cries” parecían haber estado compuestos en la misma sesión. Una parte relajada y hermosa que desembocó en el solo de teclado que abría “Perfect Strangers”, un solo impresionante de un músico increíble en el que la épica coral y los sonidos típicamente Hammond se daban la mano, “Perfect Strangers” de 1984, para mí uno de los temas más elegantes y perfectos de la historia del Rock, sonó de fábula y abrió el tramo final del concierto que con elegancia y saber hacer estaban regalando Purpendicular. “Speed King” del In Rock de 1970 supuso el duelo teclado/guitarra más significativo de la noche, al mejor estilo Blackmore/Lord, los músicos se retaban con fraseados que iban alternando en divertida complicidad con “El vuelo del moscardón” de Rimski-Korsakov incluido, solo de bajo a cargo del germano master de las cuatro cuerdas, don Malte Frederik Burkert, y el esperado solo de batería de Mr. Ian Paice, un solo espléndido cargado de potencia y técnica, que nos incrementó a todos el nivel de admiración hacia este veteranísimo músico que con setenta años sigue ejerciendo tras un instrumento tan complicado como es la batería.
“Smoke on the Water”, una de las más esperadas de la noche, y con la que aprendió a tañir la guitarra toda una generación, dio el punto y final al set de la noche. Mr. Paice, entre aclamaciones y aplausos se acercó al micro central del escenario para agradecer al público su asistencia. Es un señor que goza de un estupendo talante y sentido del humor, como demostró cuando le dijo al público que, si aplaudían y pedían con verdadera energía otra canción, la tocaban, y si no, se iban para casa. La gente desde luego se desgañitó y la recompensa llegó en forma de un único tema, “Stormbringer” del disco de Purple del mismo título de 1974. Un tema que a la postre resultó frío y escaso, ya que la gente esperaba como mínimo un “Burn” y otro tema de regalo.
Ciento veintiocho minutos de concierto, de un soberbio concierto, al que, y según mi opinión, le sobraron los cuatro temas que interpretaron al principio entre “Highway Star” y “Mistreated” y al que le faltaron cosas como “Lazy”, “Burn”, “Knocking at your Back Door” o “Woman from Tokio”. Las dos horas se me hicieron muy cortas, pero salimos felices de la sala. Ahora a esperar a que los actuales Deep Purple se dejen caer por estos lares y así poder disfrutar de un pedacito más de la historia viva que ha hecho tan grande a esto que nos colma el alma, el rock and roll.
TEXTO: KARLOS QVINTO
FOTOGRAFÍA Y VIDEO: EVA SOLEMBLA